![]() Ocho descafeinados son cuatro cafés, y me pongo nervioso. O a lo mejor es la gente y el ruido de las cafeterías, pero no puedo parar de mover la cabeza y de mirar a todos lados como un crío. Salgo poco, no puedo perderme nada. Enciendo un cigarro más y pido otro cafè, descafeinado; de maquina o de sobre me da igual, como te vaya mejor. Los bonos de autobús de hace cinco años ya no funcionan, aviso, y el billete individual ha subido de precio. La temperatura como siempre, 40º en invierno i cero en verano. Algunas caras conocidas, menos pelo, viejas modas que vuelven y otros colores; y algunas cabezas más bajas. Dibujando en el cristal, doblando el billete, dando vueltas y más vueltas a un anillo gastado o sencillamente mirando de frente, como ciegos. Miras tu reflejo en el cristal y bajas la mirada: eres uno más. Quizás alguien me vea como yo a ellos he pensado, y eso me ha entristecido más que mi propia visión. No hago buena cara. Para nada. ![]() Me deprimen los autobuses, andar me cansa. Mañana no saldré de casa.
|