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Por hambre yo entiendo esa falta espantosa de todo el ser, ese vacío atenazador, esa aspiración no tanto a la utópica plenitud como a la simple realidad: allí donde no hay nada, imploro que exista algo Amélie Nothomb, Biografía del hambre De hoy realmente no depende nada, que no hayas hecho antes o que pensastes hacer, y no sucedió entonces... Hicistes sin pensar, o pensando en un futuro que pensabas no llegaría nunca, pero que ya ha pasado, demasiado... que ya ha pasado o que no llegará... por ejemplo ese “otro” momento exacto en que entiendes el anterior al completo... y del cual desconocemos dónde se encuentra exactamente, hasta que en un baño de helada lucidez llegamos de repente al mismo, a comprender, ¡mecachis!, mínimamente... sólo entonces... [ Cómo era o lo equivocada que estaba (yo, ella, él, ambos), cuánto me equivoqué en otros momentos o lo acertado que estuvo entonces (¿y entonces porqué ahora no?), a quién encuentras a faltar (demasiado tarde), todo cuanto tienes o te sobra (y que entonces no tenías), todo lo ganado, lo que perderás (aún, aunque no te lo creas); que ya no me creas (por increible que resulte), que resulte que lo que te gustaría que pasase está realmente calado, de hondo y parado (tienes bajo el ralentí) en el pasado, que lo que pasó puede estar por venir, otra vez (y mejor), que otra vez puede ser nunca, si mañana es siempre nunca y lo dejas siempre para mañana, que nunca digás mañana de esta agua no beberé, que algo realmente nuevo, bueno y sencillo está por venir, que ni ves lo que tienes al lado, que no volveré a verte (¿porque?) o me verás, pero quizás tan sólo por televisión (que cantaban Los Planetas) ] Y cuando lo entiendes ya es tarde para cambiar... Cuestión de prespectivas... Más amplias, amables, extensas... tan subjetivas como ser otro. Pues el centro de cada cosa pocas veces se encuentra en el mismo momento en que ésta tiene lugar... Sin dirección, demasiado disperso el sentido... La realidad auténtica del instante se encuentra desplazada en el tiempo, a menudo en el espacio incluso... Pocas veces somos espectadores, algunas partícipes.... En todas interpretes secundarios, sin guión, y un final absurdo que no logras comprender, en el mejor de los casos... ... Pues probablemente nunca acabe nada... ni bien ni mal ni nada, todo se queda en el aire, y esa es la peor sensación: la de que todo es aire es nada... Permanente inconcreción, pura y puta posibilidad. O la imposibilidad de nada de todo de un algo, siquiera. Y quisiera. [ Y querer no es poder, sino todo lo contrario ] No hay presente. A la mierda el pasado.... Y ni te enteras de qué fue lo que pasó, qué coño está pasando ni qué cojones sucederá. [ Ni porqué ] Sólo existen recuerdos insaciables, frustraciones inacabadas y hambriente deseo. Todo son putas manías, perniciosos vicios, fetiches caros y jodidas supersticiones.
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... No se trata de dar explicaciones, de buscar, ni como dices de explicárnoslo todo... Pretenderlo es bucear demasiado hondo, demasiado a oscuras, demasiado tiempo... Estoy de acuerdo en mucho de lo que comentas... Yo no soy ni de largo ni de ancho ningún ejemplo de racionalismo (sino todo lo contrario)... La realidad nos educa “cientificamente”, seguro... no de justicia (no hay justicia en las cosas y no es bueno ni malo que así sea) sino en consecuencia... como susurrándonos resabiada aquel incómodo “ya te lo decía”, te lo encontrarás, tarde o temprano, espera o ya verás... Si meas contra el viento te mojas, lo que sube baja (o peor), si saltas (encima) te caes, si das la mano al fuego te quemas, sin branquias bajo el agua te ahogas... [ Y eso no evita que lo hagamos incesantemente... Me caigo cada noche, salto al vacío, me ahogo a diario, me quemo cuanto puedo... a veces incluso me levanto ] Tal vez la equivocación sea pretender hacer lo mismo, racionalizar, buscar causas y efectos, orígen y consecuencias... como si las personas fuesen leyes, constantes, permanentes, predecibles, racionales... Y tan sólo somos variables... Impredecibles... Poco significativas además... Y algunos menos que otros. No podemos simplificar (simplificarnos deberíamos)... Reducir sí, pero al absurdo tan sólo... [ Me gustaría ser una mínima expresión, “Bona nit”, una sonrisa gratuita a un desconocido o como un “sí”, porque sí, ¿y porqué no? ] ¿Sentimientos racionalizables?, racionales ya sabemos que poco.... los comportamientos poco más ... pero no mucho más... No siempre sabemos –yo al menos demasiado a menudo pues como que no- porqué hacemos las cosas... Todavía menos porqué las hacen (o no) los demás.... Eso no quita que debamos ser mínimamente coherentes en todo lo que hayamos hecho a conciencia (la poca que podamos tener), con lo que hemos dicho (y hacer, consecuentemente)... y más en nuestra relación con los demás... Se trata pues, de al menos sí, hacernos más comprensibles y aprehensibles, menos aprensivos, lo poco que podamos entender de nosotros mismos y que los otros nos hagan saber (mismamente). Efectivamente somos como somos, pero también de otra manera podríamos continuar siendo, nosotros (y mejores). [ Menuda excusa... Tan fácil decir soy así, quien me quiera que me compre (que no me entiendo ni yo)... Cambiarse de nombre no sirve de coartada, de la misma forma que decir es que así soy yo no me sirve, al menos a mi (ni conmigo) ] Pero los demás no son uno, y en cualquier caso demasiados, y tu encima muy tuyo, por no decir que eres otro.
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A propósito del último estreno de La Fura dels Baus ... recuerdo una obra anterior donde grandes pantallas reflejan lo que se está sucediendo en esos momentos en directo sobre el escenario... Un escenario que lo es todo, sin platea, butacas ni tarima –a la manera de Artaud en “El teatro y su doble”-, pues no existe distancia entre público y actores; todos en definitiva formábamos parte de esa obra... Ves las cámaras, observas los monitores, te ves, hola holaaaa... a ti mismo. Te reconoces: Es (pues) real. [ Como si reconocerse fuese la única garantía de realidad que nos quedara por creer... ] A medida que avanza la obra cunde el pánico... En directo formas parte del tumulto y la multitud, sacudida por ondas de miedo dando bandazos de lado a lado... No sabes qué está sucediendo... Buscas con inquietud la pantalla como referente de la realidad, la que tu no alcanzas a ver... [ Como si ver garantizase que lo observado es real ] Empujones, persecuciones, violencia... ¡Sí sí... Está sucediendo!... No te lo crees... hasta que cogen a tu vecino y lo zarandean... Luego ves en pantalla lo que hacen con él... Y tu puedes ser el siguiente... De hecho ahora vienen a por mi... [ Suele tocarme siempre ] Eran actores... Algunos... Como todos... A veces en escena a veces en monitores... Sólo que a veces las pantallas distorsionaban la realidad, la mezclaban como un Vj perverso, mostraban simulacros de cosas que tu creías como ciertas. Otras que no podías creer y en cambio eran reales (sólo que en otro contexto). Tal vez fuera la predisposición del público o la actuación, quizás esa representación en concreto... Era más que real. Era la vida misma. Más cierto que la vida misma. Pues las pistolas de verdad no suenan como en las películas. Hasta que te llevas las manos al viente y aún con sorpresa, y manchadas de sangre, sigues sin creértelo. Tal vez mañana tengas tus veinte segundos de fama en televisión. Y no en ningún anuncio (qué bonito es ser mujer) de compresas. Sólo que entonces no estarás para verte en el telediario.
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