Todo el mundo tiene gusto, en concreto el suyo... ¿Seguro?... Pues no es lo mismo no tener gusto que tener buen o mal gusto (que aún es algo). Para tener gusto y poder gustar, o disgustar bien, hay que poseer además de criterio cierto sentido común, pero también mucho de particular. Y cuanto más particular más disgustarás a los demás, por mucho que disfrutes y a gusto te sientas contigo mismo (qué remedio). Pues ser excentrico es inutil si no tienes la suficiente locura o dinero para permitírtelo (y en su defecto devienes ridículo); tener personalidad absurdo, cuando lo excepcional es lo extraño, aquel que no es como nosotros pero nos divierte o entretiene; la diferencia es lo raro e implica ser apartado, por muy “tú” que seas... Casi mejor (a efectos prácticos) ser otro, que decía Rimbaud, pero en otro sentido muy diferente... Soy como todos u otro más, en lugar de yo soy otro (o al menos yo, casi nada...). ![]() Gustar a los demás a cualquier precio parece ser una obsesión de nuestros días. Sin embargo tener gusto resulta totalmente innecesario y prescindible para conseguirlo: es suficiente con disponer de los “templates” adecuados, asesor de imagen y un buen fondo de armario, o lameculos en su defecto... Opinar lo que más viste, vestir lo que todos piensan y pensar, “lo que se lleva”... Pensar lo que los otros piensan que todos creen que opinan los demás, como todo el mundo que son más que tu y además gente, mucha gente... Decía Sade que nada positivo dice del aroma de una rosa la opinión general en ese sentido. Y la verdad, particular, singularmente y lo que es a mi, me asfixian los olores de flores, naturalezas y (demás) verduras en general.
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Todos tenemos que poder decidir vivir juntos (o no...) JM. Ibarretxe ![]() Es una mierda que todo sea tan complicado y que la gente a quien quieres sufra, por causa, efecto, consecuencia de 1... Y que 1 mismo sufra por eso y que, además, ni 1 mismo ni los demás llevemos bien eso de sufrir todos juntos y cada 1 por su lado, al lado 1del otro, 1 al lado del otro (y no es el 11). Y eso que nadie conoce, perdón... quiere hacer sufrir a nadie, a ninguno de los suyos al menos (menos mal). Es más: todos pretendemos ahorrar y resguardar a los nuestros del dolor, la pena, el daño... Queremos hacerles bien y no dolerles en ningún caso, de ninguna de las maneras y bajo ningún concepto, o poderles poner las cosas aún más difíciles de lo que ya puedan estar... Pero la verdad, pretendiendo “no hacer daño” pensando en el otro, hacer pensando en “por no hacer daño” pretendiendo facilitar así las cosas a los demás, acabamos todos aún más dolidos y dañados en según que situaciones que no deberían continuar (así), callando según qué cosas que convendría decir (de según qué maneras, eso sí), pues por comodidad, vagancia y sobretodo miedo, más a otras cosas (soledad, error, duda, culpa, ira, venganza...) que al propio temor a hacer sufrir al otro o a hacernos daño, nos limitamos a no hacer nada como si así no hiciesemos nada malo ni perjudicásemos a los demás, ni tampoco a nosotros mismos... ![]() Cerrar los ojos y seguir así, pasar de puntillas por las cosas y encima salir, indemnes como piedras... No haciendo lo que queremos, lo que creemos ni lo que deberiamos hacer, si nos hiciesemos caso... El problema no es 1 mismo sino muchos, que tienen que vivir (y convivir) todos, y eso no es tan sencillo, no... Pues resulta que no hacer nada es a menudo la peor manera de hacer algo malo y mal. No decir algo la peor y mala, más que mala mentira y manera, de callar como putas (y abrirse de piernas)... La verdad es que es complicado que todo sea tan sencillo, a veces...
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![]() [Encontrado en el coche de X. i G. el pasado lunes...]
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Vacío todos mis bolsillos (en realidad, restos de algunas noches) y los meto en un chivato. Se lo doy discretamente a quien creo más bien pueda sentarle y sobretodo, más ilusión pueda hacerle. Eso. Algo. ![]() Me despido de ellos. De alguien que pueda ser todos. Me excuso con la cena, por marcharme. Siempre me quedo después de todos y de todo. La verdad es que tampoco me siento demasiado bien, para nada bien. Me he dejado la bufanda y debo regesar. Uno me la coloca con cariño incluso y me dice hasta ahora además. Y me vuelvo a ir. Sorbo los mocos camino del coche. Tienen gusto amargo y escupo. Mucho frío, y me sigue un gato. Chuto una caja y se larga. Subo al coche y enciendo la calefacción y la música. Me tapo los oidos, los destapo. Vuelvo a taparlos. Me duelen. Semáforo en verde. Semáforo en rojo, y un coche a cada lado. Yo la tengo. Me da vergüenza que me miren y rabia que escuchen, y sigo rápido y de ahí a casa me los salto todos por si acaso. Aparco al lado de casa: Inaudito, definitivamente soy un tipo con suerte. El ascensor me espera en la planta baja. Lo que yo me decía. Abro y voy a la nevera. Cojo una botella de agua, litro y medio. Enciendo el pecé, mis documentos, sin comentarios. No, no deseo hacer copia coño ábrete ya joder. Escribo cualquier tontería. Lo intento, porqué el puto pecé se apaga a cada momento, cada cinco minutos. Suena el móbil, un gato de melodía. Parece un niño muriendo, una agonía que no lo encuentro. Mañana la cambio. Silencio el volumen y digo yo qué sé, y lo apago. 3.13. Guardar, y me meto en la cama. Sólo eso. Tan solo.
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