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Dos fabulosos cortos de Jérôme Combe y André Bessy, de la Compañía francesa Sintetyque: Una muestra del proyecto de la película “Bizarre Love Triangle”, y el videoclip de la canción "Deux pieds" de Thomas Fersen. Merece la pena la espera...
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“Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”... ¿Era así?... No sé si con ello pretendemos expresar popularmente, excusarnos vergonzosamente quizás por la mar de bien que estamos una vez nos acostumbramos a la puta mierda habitual... o señalar la leve diferencia que puede significar “otra cosa” ante al magnifico esfuerzo que representa tener que habituarse otra vez a algo nuevo, y quizás mejor pero sin tener total certeza de ello... a la vez que superar la adicción respecto a aquello anterior, de lo cual ya conocemos todos sus entresijos, recovecos y males. (Sin entrar en política, la verdad es que siempre he sido un poco conservador en lo que respecta a la vida cotidiana: Cambiar de hábitos y manías, vicios y obsesiones no ha sido mi fuerte; normalmente añado de nuevas sin abandonar las viejas y nocivas costumbres ... ¡Más madera!)
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Morí hace un par de años aproximadamente... Ya se sabe, tabaco, mala vida, stress, poco deporte... a uno empieza a faltarle el aire, el corazón te deja de latir un día ¡y zas! estás muerto... ¿Que cómo me encuentro?, pues la verdad nada mal, gracias... Uno no se acaba de acostumbrar del todo a esa falta de latido en el pecho ni a no tener que respirar, pero bueno, sus ventajas tiene según cómo lo mires: Ya nada me hace suspirar, me quita el hipo o me hace silbar de emoción. No me angustio por nada, no me tiembla nunca el pulso ni nada me altera; duermo ahora perfectamente cada noche... El futuro no me produce la más mínima ansiedad... ¡jaj!, si alguna cosa tenemos los muertos es toda la vida por detrás, y si de algo no padezco es por aquello que ha pasado ya y no tiene remedio, ¡qué le vamos a hacer!, la vida continúa, es así... Mi mujer, que en paz descansé, no logró acostumbrarse a mi situación actual... Por las noches, en la cama, no apoyaba su cabeza en mi pecho como antaño, pues le angustiaba enormemente no descubrir señal de vida alguna en él... Decía que yo no era humano, que lo mío no era normal, que porqué -se preguntaba-, no era capaz de morir como todo el mundo, tranquila, serenamente y en paz... Lloraba a todas horas pues no pudo hacerlo de una vez, ni recordarme teniendome a mi a su lado en todo momento. Murió pocos meses después de haberlo hecho yo... Paro cardiorespiratorio dijo el forense, como todos en definitiva... Ahora no trabajo, pues las dos pensiones son más que suficientes para que viva un muerto como yo, austero y sin demasiadas necesidades ni vicios... Me dedico a leer a diario las necrológicas, a pasear por el cementerio municipal, visitando y charlando con los compañeros, algún que otro entierro los domingos... Me acerco a los allegados y les digo que no se apuren, que él o ella está bien, y que también a ellos les llegará el día en que no tengan que preocuparse por nada, como yo hago ahora... ¿Mi mujer dice?... Bien gracias, ahora mejor... descansando en casa, plenamente recuperada ya de su anterior afección... Ahora duerme tranquilamente con una sonrisa en la cara... Y no sabe usted como recomforta regresar a casa, reclinarse en la cama junto a la persona que quieres, y poder sentir su falta de aliento en tu cara para siempre... ¿sabe usted?
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Gracias muchas gracias gracias por el enorme recibimiento y la cálida acogida que me habéis dispensado a la puerta de vuestro colegio electoral... Pedazo majoretes, impresionante fanfarria, organización excelsa, ilustraciones infantiles varias en las paredes amenizando tan agradable espera... ¡Ningún niño sin caramelo!, ¡la fiesta de la democracia!, dios mío me saltan las lágrimas, dame fe (ya que yo no la tengo), que mis piernas no tiemblen, mano firme, ¡decisión!, y cabeza bien alta... Acompañado incluso he sido por un fornido caballero representante de nuestras ¡buah!, inmmmensas y paranoicas fuerzas de seguridad de un estado (inexistente); hasta la urna sagrada incluso, cual lázaro a guiado mis pasos, mano en la cartuchera, y alerta a cualquier noticiable imprevisto... Cacao, café, cacao, café... ¡elige tu!, le he dicho al vecino... Ha escogido uno de los dos sobres que le he ofrecido, y mirándome de reojo ha procedido a su temblorosa introdución... ¡Osanna!, destellos dorados han cegado mis ojos, ¡oh señor!, ¿eres tu?, ¿acaso el collar de la interventora convergente o la popular?... Levitando aún creo hallarme después de cumplir con tal encomiable y patriótico deber de ciudadano común, rara avis adhoc, quid pro quo. ¡Hala! ¡Ya he votado qué pasa! (Aprovecho, compro una baguette, una napolitana de atún, dos paquetes de Lucky, y vuelvo a meterme en la cama embadurnado de vicks vaporub... Lleno de migas y ceniza la colcha, toso y me rasco una oreja) PD: Escucho los resultados... Jajajaj, y me levanto de la cama (ya era hora...)
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Hablando con M... Cuanto más grande, perdón, mayor se hace uno, más complicado resulta encontrar pareja estable... cosa que a mi entender resulta paradójica, pues si a la vez más sencillo, más simple lo ves todo, y si además así lo dices y como tal te comportas... La única explicación que encuentro para todo esto es que a la par que tienes las ideas más claras –para bien o para mal-, también te da más pereza todo: volver a empezar, a gustar, a compartir... y porqué no, otra vez a sufrir... Somos más cobardes quizás, en definitiva, por muy adultos resabiados que seamos... Decepciones, desencantos, malas experiencias (sí M., la experiencia no es -ni mucho menos siempre- un grado positivo)... En ocasiones desitimos de buscar pareja estable y diversificamos en varias todas aquellas cosas que desearíamos reunir y encontrar en una sola persona, “El Compañero Aceptable, S.L.”, como si de una inversión en bolsa se tratara, con tal de no ponernos “en juego” ni arriesgarnos a perder lo poco que tengamos... Reducir riesgos en definitiva; a caída de un valor, menor perdida: copamos dicha necesidad alterando la composición de la cartera, ¡pero qué listos somos coño!... ¡Así no vamos a ganar nunca nada!... Pero tu pisillo, el perro y tu puto párking que nadie te los toque, estabilidad ante todo... ¡cobardes burgueses de mierda! Sabes de entrada lo que quieres, te hallas vuelto más o menos exigente; y unas tetas, una cuenta corriente o un buen culo no te harán cambiar de criterio. Pides menos, no en lo que respecta a calidad –a veces es todo lo contrario y quizás por ello el problema- sino en cuanto a aquellas cosas que realmente te importan, muy pocas, pero básicas e irrenunciables. Quizás me equivoco completamente y son esas cosas básicas e irrenunciables precisamente las que hemos olvidado, las que exigimos a los demás pero no encontramos. Nadie cumple: expectativas, anhelos, deseos... empezando por uno mismo consigo, para con los demás y en los otros... Crecer no es madurar, no nos hace más valientes, mejores ni más válidos; hacerse mayor todavía no es ningún delito, pero casi: y la condena es la soledad.
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