![]() Te quiero como amigo .- No vamos a follar, que lo sepas. De acuerdo; tengo pocos pero buenos amigos, no me hace falta ahora uno más que se plantee de entrada eso, ¿podemos ser amigos, no?... Gracias por la advertencia. A lo mejor llegaremos a serlo, pero ahora casi que no, porqué me gustas, y porqué la verdad, no nos conocemos demasiado para ser “ya” amigos... Te quiero como amante .- No sé qué quiere decir... Supongo que: “Como amigo... hagámoslo otra vez y mejor te callas...”. Hoy he soñado... .- ¡Huyan! Nada más soporifero que escuchar el apasionante relato de los sueños ajenos, a no ser que seas psicólogo y cobres por ello, o que el sueño te incluya, como amigo... o aún mejor como amante... (Hoy he soñado con tornados acercandose y rodeando un pueblo semiabandonado, con casas de cartolina... Hemos dejado aparcados –yo y mi circunstancial inconsciente- los sueños de maremotos e inundaciones en lugares elevados... la misma angustia, pero al menos variamos un poco...).
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![]() (Después de la boda de la que huí el sabado pasado, mi familia “sanguínea” se reduce a cuatro personas... aún no hemos hecho las pruebas de paternidad ni de adn a los periquitos...) Si algo mata el cariño, si no tenemos en cuenta a “otros cariños” claro, es la convivencia... “Cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana” cantaba El último de la fila... y el romanticismo se esfuma por la chimenea de tan quemado que estás por cambiar siempre tu el rollo de papel de váter, bajar la basura o cocinar otra vez, y cada día. Porqué cada día hay que comer, y cada día pues, cocinar (y después fregar); y alguien tiene que cocinar (y también, y después, fregar), pues el amor sólo alimenta tres años; luego llegan las indigestiones, flatulencias, estreñimientos y diarreas. Te conviertes en la sopa boba cuando no en segundo plato recalentado, y el plato de lentejas se enfría en el microondas. ¡Quién diría que estaría por la familia!, precisamente cuando me queda tan poca... ¿“Hacer otra”?, difícil lo veo... Y la gente cada vez más ya tiene bastante, incluso más que suficiente con la suya... Y.. ¡a otra cosa mariposa!
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![]() Vomitarían visiones Que no puedo ver más Si cerraran mis pupilas O vaciasen su retina De recuerdos No miraría mas Que hacia dentro Se me han caido los ojos En el estomago Y me veo muy mal (Me sientan peor Que una indigestión) Zurzo mis párpados Y me dibujo a tientas Unos ojos de risa Como un rimel corrido Después de llorar negro
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7.45... Me dirigo a buscar el coche para acompañar a mi madre, como cada noche... No lo encuentro, como de vez en cuando... Antes acostumbraba a colocar en la nevera un imán de telepizza, recortado con la forma de mi coche y con un alfredito sonriente dibujado dentro, sosteniendo un plano de los alrededores de mi casa para señalar el lugar donde lo había aparcado la última vez que lo dejé... El caso es que como a menudo no me acordaba de señalar la posición, al ir a buscar el coche al lugar donde, tranquilo y confiado me dirigía y se suponía que debería estar, no paraba de llevarme unos sustos que “pa qué”... “¡Me han robau, me han robau!”... Un par de veces llegué incluso a llamar a la urbana, y a caerme la cara de vergüenza al comprobar que donde estaba realmente aparcado era... ¡justo delante de mi portal!... Total, que prefiero dar vueltas como un gilipollas a mi radio de aparcamiento habitual que hacer la típica y ansiosa carrerita de los últimos metros, “¡ay!, que me parece que me lo han robao otra vez”, hasta que intuyes el morro de tu coche, ralentizas tu carrera, respiras hondo... y sonríes como un bobo mirando de reojito, comprobando que nadie haya visto lo ridículo que resultas... Por donde iba... ¡Ah, sí!... Total que esta vez ha sido una de esas en que no encuentro el coche... ¡Ya estamos otra vez!... Mi mare que empieza a ir tirando sin decir nada... Por fin lo encuentro; en marcha... ¡Pip Piiiiip!, ¡Eeeh!... ¡Uuuuh!... Abro la puerta lateral derecha; paquete de Lucky, mechero, enciendo un cigarro, levanto la cabeza y... Arghhhhhhh... una chica en el asiento de al lado gritando.. ¡Coño que susto!, ya sé que uno tampoco es una maravilla, pero tampoco hay para tanto, leñe... La chica que sale corriendo de la misma manera en que supongo ha venido, o sea: en la misma dirección, sentido contrario, pero no de espaldas (lease, de frente... ¡bonito culo!).... Sube mi madre que sigue con la mirada a la chica, como yo... Me mira, la miro... ... ![]() ... La miramos de nuevo, nos volvemos a mirar... ... “No sé” ... “Cómo que...” ... Me encojo de hombros... ... “Es guapa” dice ... “Sí...” ... “¡Y cómo corre!” “Pues sí...” ... Llevo a mi madre y paso por el Cafè a dejar unos mails (sí, sí, es lo último: llevar mails en mano...) y de paso a por tabaco... 2,30... Pruebo a encender el coche... Nada... Sin batería, de golpe y porrazo, ¡jódete!... Será del susto... “¿¡Alguien tiene unas pinzaaaas!?... Emm, por quinta vez, y no pienso callar ni bajar de la barra... ¿Alguien tiene unas putas pinzas?”... ... Pues alguien tenía unas boniiiitas pinzas de colores, cables separados, uno rojo, positivo, y uno negro, negativo;... Venga para casa sin parar y raaaassssss.... ¡Mierda, otra vez básket!... ¡Menuda suerte tener el pabellón al lado de casa!... Esta vez he tenido que aparcar –después de tres cuartos de hora- en el barrio de al lado... Mira... así se recarga la batería... .... “¡Oyeeee! –mi pare-... ¿Qué hace el plano de Lleida enganchado en la nevera?” ....
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La web que hice para Ràdio Anfetamina, de Miquel Gistas, Salva Masdeu y otros compañeros de Montblanc (Tarragona), así como la del “Castanyasso Rock 2003”, donde seguro estaremos. Su magnífico programa semanal puede escucharse en streaming con el Real Player. Verdaderas enciclopedias del rock, realmente no se pierden ni una (¡menuda envidia me dais!); cuando no, como en este caso, la montan ellos mismos:
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Hasta los 13-14 años llevé botas ortopédicas; 5 o 6 kilos de ellas en cada pie, y jugaba de portero... ¡Alguien tenía que ocupar esa posición! y claro, mejor tener medio portero que “menos un” delantero siempre en fuera de juego, o un central rompedor (de piernas)... Las competiciones fueron adquiriendo nivel; las coaliciones de calles fueron habituales y eso me condujo al banquillo cuando no a algo peor: me convertí en el seleccionador oficial del Murpanta (coalición de calles Murcia, Panera y Tallada) en los torneos de barriadas locales. Imitaba así a mi padre, un sabio y reconocido entrenador, con el que recorrí los campos de toda Catalunya y aprendí los entresijos del desagradecido mundo del fútbol (de base y regional)... La de veces que salimos por piernas por cometer el craso error de ganar a domicilio en el campo del líder o perder en casa contra el colista, de penalty y en el último minuto. La de quilómetros que recorrimos en autocares destartalados, viendo películas de Fernando Esteso y Andrés Pajares, convertido yo en la mascota del equipo; sentado en los asientos de atrás con porteros zumbados y defensas granujas, riendo, descubriendo esa sencilla filosofía de la vida, del día a día; haciendo palmas y cantando la canciones de Los Chichos... Las pesadas botas se convirtieron en aparatos ortopédicos, y yo en excepcional guardameta volador, que realizaba increibles “zamoranas” y palomitas en ser desposeido –como en el chiste de la cabina telefónica y del yunque- de tal lastre; y a convertirme en titular indiscutible cuando no en la estrella de mi equipo. ![]() El fútbol se acabó, la bailarina dejó de danzar, para mi... y yo pasé a ni tan siquiera la suplencia o a calentar más banquillo... No más paradas, vuelos ni fotos, saltos ni aplausos; no más bailes. “¿Porqué no has venido?, hoy he bailado para ti”, dijo ese día... mientras yo estaba preparándole las maletas... No quise ver como también bailaba para todos los demás. Como en los días siguientes yo sería uno más, del público. No quise ser más, admirador de alguien que no me veía. No he vuelto a mirar más fútbol, ni televisión casi; he vuelto a bailar, sólo, a mirar otras danzas. El baile continúa, y el fútbol es así, "dicen"... (era el nombre de un diario deportivo que desapareció). (El final del cuento ya lo sabes Mon)
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Si nada hay más lógico y habitual en una bitácora que buscar tres pies a un gato, a menudo en la vida real el problema es precisamente el contrario: Obcecarnos en encontrar, descubrir y hasta inventar si las anteriores no nos convencen, una explicación para algo que con una simple mirada, una observación “sencilla” -con toda la dificultad que ello a veces conlleva- no nos llevaría ni un minuto. Si simplificar a menudo nos lleva a un error absoluto, resumir a complicar aún más si cabe la cosa, y hacer abstracción a alejarnos, a veces hasta el infinito del objeto a explicar, en ocasiones, mirar tan solo, puede hacer que consigamos además -excepcional y paradójicamente me a atrevo a decir- ver... Y ver bien como son y están las cosas, estén bien, peor o puede que incluso no tan mal.
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