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con mucho disgusto señorita
Pocas cosas producen tanto placer como el cese de un dolor. Aunque nunca nos quitarán lo bailado, el placer siempre resulta decepcionante a posteriori, por muy gozoso que nos pareciere, por muy deseado que fuere, el placer sólo tiene futuro: Más placer, más futuro!... El fin de un dolor en cambio, por pequeño que este fuera, resulta siempre definitivamente satisfactorio y remite a un dolor mítico, precisamente con motivo de su cese y almacenaje en al baúl de los recuerdos. Y el recuerdo es siempre exagerado, excesivo... Incluso a veces hasta cierto... Por mucho que él nos mire de reojo con rencor... ¿Hablás de mi?, nos dice con recelo...

Siempre resulta útil, además, recurrir a antiguos dolores pequeños para comprender nuestros males presentes y prevenir posibles males futuros... Sentir en la futurible suegra un viejo dolor de muelas, hablar con alguien que te recuerda a aquel juanete... Pequeñas conservas de dolores pasados, tan preciadas que existen mercados de segunda mano, vendedores ambulantes y contrabandistas de dolor... Miran a un lado y a otro, y te muestran con disimulo el recipiente para que acerques tu nariz... Lo abren ligeramente y un olor a daño inunda tu garganta... Cuidado!... Viene la policía!... Otra vez será pues... Si somos fáciles de complacer y de disgustar... Me saco el dedo de la nariz y... rac, rac, me rasco los sobacos.
05 Oct 2003 por Alfred


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