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¡me importa un pepino! ¡pepino! ¡pepino! ¡pepino!
este pepino se repite se repiteTodos tenemos nuestras fobias y manías, nuestras rarezas y angunias... El maravilloso mundo de la bebida y la comida, y con perdón, no podía ser menos -¿hay algo acaso que nos una tanto como ella, si exceptuamos al sexo?-... Aquellos ingredientes o platos que odiamos especialmente, como el licor de la primera borrachera, y de la cual aún conservamos el regusto en la boca (en mi caso y por desgracia el whisky a los 12 años, en porrón y en un pesebre viviente para más inri). Aquella habilidad innata para detectar la micronéeeeesima parte del asqueroso ingrediente en cuestión en un elaborado plato que nos ha costado tooooda una tarde de esfuerzo, sus correspondientes euros, sus dosis de amor y de cariño, sus cortes, magulladuras y quemazos, suuuuu... ¡a la mierda!.. ¡A la mierda todo porque has mal supuesto que la cebolla triturada es diferente a la cebolla cortada!... en triangulos, en círculos o rallada... Porque el queso, por muy gratinado que esté sigue siendo queso, y las almejas o los mejillones, aunque no tengan ojos son pescado... El pepino, aunqué añadas más ajo al gazpacho se nota igual, y se repite el triple... ¡Pepino, pepino, pepino!... ¡Pero como coño te tengo que decir que NO-MEGUSTA-ELPEPINO!... Vale, valeeeeeee... pensabaaaa... ¡Ni pensabas ni leches... aquí HAY pepino!

Despues de comer una pizza, una torraditas con paté o unas quelitas con sobrasada en silencio absoluto, y acabarte tu sólo toooooodo el lujazo de plato que te has currado, recapacitas y tomas nota mental, por escrito mejor que si reincides ya te toman por gilipollas, como es mi caso... Tal queso no, Pascual no cebolla –ni triturada ni cortada ni frita ni en pintura-, miel ni se te ocurra que Mengana tiene muy mala leche, Fulano tiene alergia a la pela del tomate, Esos son vegetarianos, ovolacteos para tocar más los huevos... ¡Pues hala a cascarla!.. ¡A freir espárragos!... es que a mi los esparragos si no son blancos no meeee.... ¿alfred que te pasa?... te estás poniendo rojo como un.... ¡arghhhhhhhh!...

Los pimientos ni tocarlos, por cierto: Tienen derecho a vivir... y a morir, especialmente rellenos de bacalao con gambas, gratinados con una ligera salsa de roquefort y acompañados de ajos y esparragos tiernos al horno.
05 Oct 2003 por Alfred


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