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(pero qué caprichosa –puta- y curiosa es) la vida

La mayoría de los hechos o sucesos que han determinado nuestras vidas, aquellas cosas que importan, nos marcan o “quedan”, ni que sea por un cierto tiempo, no han estado provocadas más que por el azar, son fruto de la más pura y dura casualidad... Con nuestra intervención claro está (en muchos casos tan sólo participación), pero sin conocer las consecuencias que ello conllevaría, ni que esos pequeños actos o microdecisiones “irrelevantes” en las cuales nos vemos inmersos devendrán trascendentales para nuestro futuro.

La teoría del caos aplicada a la vida cotidiana... Tomar un cafè doble, un cortado o uno descafeinado puede determinar o no el nacimiento de un retoño; si es con sacarina la parejita. Un cordón roto la muerte de un desconocido; una cruz mal colocada en una opción con quién compartirás tu vida, de que trabajarás, o si la felicidad, como Avón, llamará a tu puerta... No exagero: si analizamos dónde y cómo estamos y el factor insignificante que nos empujó ahí lo comprobaremos, al menos en muchas de nuestras facetas... en las otras también resulta ser así, pero no alcanzamos a comprenderlo.

No es que cada instante contenga todo nuestro futuro –escribo, enciendo otro cigarro y sorbo el café, tan solo eso-... como tampoco que cada momento se erija en el centro de nuestras vidas, ¡qué angustia!... Se trata más bien de pequeños momentos claves y ocultos, invisibles cruces de caminos, inapreciables e imprevistos giros, ligeros pero determinantes puntos de inflexión en curvas demasiado amplias como para apreciar los cambios de tendencias, ya de por si desconocidas.

Ser consciente de esta realidad, de lo absurda y azarosamente que se construye “la realidad” produce angustia y desconcierto, una ligereza abrumadora... o una libertad e inocencia absoluta, pues conocemos nuestra inconsecuencia y el libre albedrío... de las cosas: estamos y llegaremos dónde ellas decidan.

No te preocuparás por el futuro en vano, pues nos corresponde como objetos que somos.
20 Jan 2004 por Alfred


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