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principio de incompetencia de ppeter

El mundo al revés, y lamentablemente no es ninguna ficción, tontería o pesimismo gratuito... Sí, quizás sí algo exagerado... pero como decía Diógenes resulta bueno y conveniente exagerar la nota para comprender el tono justo.

En las altas esferas (y sólo en esas altas esferas) o niveles de decisión más altos de qualquier estructura jerárquica de tareas y responsabilidades (por ejemplo: un gobierno ¡un, dos, tres, responda otra vez!...), las personas ascienden hasta aquel nivel o escalafón donde resultan completamente incompetentes para desarrollarlas... ¿Alguien desempeña bien sus funciones?... ¡asciende!... ¿a medias?... ¡asciende!... ¡La cosa se complica pero aún las realiza regularmente?... ¡aaaaasciende!... y solo queda un escalafón... ¡enhorabuena!: es ¡es usted el absoluto (alto cargo) incompetente del mes!

¿¡Conclusión!?: los cargos más importantes están ocupados por personas plenamente incapaces de desempeñarlas (cada uno en su despacho oficial)...

Aunque esta fatalista teoría pueda parecer un boutade, en la práctica, y según en qué lugares (tan cercanos que nos muerden) deviene aún peor (y empeorar algo pésimo como Las leyes de Murphy está al alcance de muy pocos –por suerte-): no tan sólo resultan ser incompetentes, sino especialmente las peores personas que podrían ser escogidas para desempeñar esos altos cargos... ¡que ni hecho a posta!... ¡y bien que les va!... ¡y tan (pero que tan) mal estamos!

Hay cosas que están peor que mal: aquellas cosas que precisamente se hacen de forma exactamente contraria a como deberían ser “normalmente”... Y ahí, eso, está más allá de lo pésimo, peor que la óptima situación invertida.

El Ministro del interior de cualquier país (por definición) tiene que ser la persona que más y mejor informada esté (y claramente informe pues, a la opinión pública); la que más énfasis, recursos, interés... empeño ponga y mejor vele por la seguridad y tranquilidad de sus ciudadanos...

El Ministro de defensa de cualquier país (que se precie de serlo), debe ser el más diplomático, cauteloso, estratega, cortés... pacifista quizás, siempre abierta al diálogo, a la resolución (que no creación) de conflictos y la buena vecindad... quién mejor garantize la paz y la estabilidad de su estado...

El Ministro de justicia de cualquier país, debe ser (justamente) el más equánime, imparcial, independiente... El Defensor del pueblo de cualquier país (que se sienta defendido) tiene que ser la persona más receptiva, tolerante, valiente, templada, comprensiva...

... Y el Presidente de un país (donde mereca la pena vivir, convivir todos juntos y en paz) tiene que ser como mínimo todo eso... para tener legitimidad ética y moral, ante su gabinete, ante sus ciudadanos, ante si mismo... Espero que el próximo sea así, sea quien sea... La Ley de Murphy (¡tranquilicese!, mañana será peor) no me sirve en este caso... ni para tranquilizarme ni para hacerme sonreir... Tampoco la Ley de Lieberman, según la cual todo el mundo miente.. pero no importa porque nadie escucha... Eso sí que me inquieta verdaderamente...

Tengo miedo... tenemos miedo de quien debería estar por nosotros, por todos nosotros (tanto como de “los otros”)... No... no estoy contra ellos... De lo que no estoy seguro es que ellos no estén contra nosotros, contra todos... y sólo, sólo, para si mismos...

Tenemos miedo, pero también que ser valientes... El domigo hay partido, y yo ya sé cuál no es el mío.
12 Mar 2004 por Alfred


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