“El poeta recogerá el llanto de los infames el odio de los forzados, el clamor de los malditos, y sus rayos de amor flagelarán a las mujeres” Arthur Rimbaud Por suerte me pasa pocas veces... y no me gusta no... “¡Espléndida es tu belleza!”, una belleza inconsciente, única y excesiva que me irrita, me avergüenza y me desarma... Me duele mirarla: su desparpajo, su autarquía, su indiferencia... “¿No vais a quedaros babeando en vuestros vasos sin gestos ni palabras, los ojos perdidos en lejanas alburas?”... No, no me atrevo a mirarla de frente, a la cara; la ignoro “expresamente”, pero así, aún le presto más atención; la misma que otros le dan, explícitamente... “¡Oh corazones de mierda, bocas horribles, trabajad con más ahínco, bocas hediondas!... ¡Aquí! ¡Aquí! ¡Bandidos!”... No controlo los nervios y músculos de mi cara; me dibuja expresiones que no quiero mostrar... (Que no me mire, que no me vea, que no lo sepa) He dicho por suerte. Quizás sea por desgracia, aunque siga sin gustarme... Y esto no es malo, de tanto que me gusta... “He sentado la belleza en mis rodillas y la he azotado”, decía Rimbaud... ¡Que más quisiera yo!
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