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de (primeras) impresiones e (im)propios prejuicios<br>(perjudiciales para la salud general)

Si hacer norma de un ejemplo particular nos conduce (generalmente) a un error general, particularizar (en base a tópicos) puede resultar la peor manera de equivocarse absoluta, y garrafalmente uno mismo. En ambos casos el resultado es idéntico: prejuicios... perjudiciales más para el que los recibe que para aquel que los tiene...

Generalizando que es gerundio (además de absurdo), podríamos decir que la primera impresión al conocer a alguien es la que queda... en ese inconsciente tan particular, y no-colectivo sino bien singular, que son los prejuicios. Al poco tiempo “decides” si esa persona te cae bien... si es guapa, atractiva, tímida, querible, odiosa, extrovertida, malpensada, confiable, reservada... y muchas veces seguimos pensando inconscientemente lo mismo que en aquellos primeros momentos, sin saber del cierto porqué, o si más no manteniendo ciertos recelos injustificados que no nos explicamos como tampoco ponemos en duda, aunque hechos posteriores en nuestra relación caminen en otro sentido y desmientan nuestra “impropia” opinión: Aquellas primeras impresiones, prejuicios e intuiciones, tanto positivos como negativos, en cualquier caso no racionales y en algunos inconscientes, como siempre desacertados e injustos...

... Eso podría ser bueno... Si nos quedásemos con lo positivo y elaboraramos una opinión más consistente a posteriori, en base a hechos y comportamientos reales. No es de justicia clasificar ni encasillar algo, a nadie ni a nada, ni en si ni en un primer –ni segundo ni tercer grado ni- momento, y menos definitivamente como desgraciadamente solemos hacer. Además, acostumbramos a ver a las personas de “una cierta manera” que descarta sino excluye a todas las demás... También a menudo “modelamos” a les personas en base a aquella primera impresión, que se ajusten a la misma con tal de no decepcionarnos... pero no de la otra persona.. sino de nuestra propia (previa, cierta y sabia) opinión al respecto... A falta de certezas recurrimos a ello, y nada más difícil de modificar que el propio concepto que tenemos de nosotros mismos, nuestra propia (y nunca mejor dicho) opinión: por nuestra, sobre nosotros... y de nuestras opiniones.

[lo tuyo y lo nuestro, lo anterior, lo sucedido, lo imprevisto...]

Bien seguro algo tiene que ver con empatías, intuiciones, manías, gustos, fes y recelos varios... Prefiero pensar eso que lo anterior. En cualquier caso habría que modelar esa imagen o impresión en función de aquello sucedido, “lo imprevisto” (como el último trabajo de Lagartija Nick)... Sinó no observariamos “al otro” en su justa medida, es decir, “la nuestra”: No hay juicios universales que valgan a la hora de conocer a un individuo. Cada cual es –socialmente- como cada uno de los otros lo ve, pero...

... aunque todos los demás piensen lo mismo, el criterio de una sola persona que piense lo contrario continúa siendo igualmente válido: puedo querer a un asesino como odiar a un “santo”, vivamos en un mundo criminal o virtuoso

[Ya lo decía Sade... Nada dice de una rosa los gustos y la opinión favorable de todo el mundo sobre su aroma... La verdad, a mi me asfixia...]
25 Oct 2004 por Alfred


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