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todo sobre mi madre

Voy a hablar de mi madre, y nada de lo que voy a decir tiene algo que ver con éste hecho.

Sucede, a veces pasa... Conoces a alguien excepcional... a las pocas palabras te das cuenta de ello, de estar ante una “persona” ”simple” y “sencilla”, simplemente... algo extraño y transparente, pura bondad en definitiva... Yo, un pobre desgraciado, soy en cambio la persona más afortunada del mundo en haberme encontrado ya de entrada y tener constantemente a mi lado a una de esas personas cuya mera existencia ya da sentido a este asqueroso mundo. Cuya compañía lo es todo y su ausencia hace de todo nada.

Cualquiera que haya coincidido cinco minutos siquiera con ella la recuerda. Por eso todo el mundo la reconoce, la saluda, la respeta... Miento... Siempre ha habido y habrá hijos de puta dispuestos a aprovecharse precisamente de esas personas, de su bondad, de su buena fe... Eres tonto como yo me dice a veces, pero en ningún momento ha intentado cambiar eso. Y eso me gusta... Acepta a todo el mundo como es, aunque no hagan lo mismo con ella... Excéntrica, rara... Su extraña inteligencia, gestos, intuición, salidas... Excepcional diría mejor... ¿Locura?, pues también, cómo no... O es que alguien así puede estar cuerdo tal y como estamos... en eso estamos de acuerdo.



Quizás no he recibido cultura de ella, pero si educación, la mejor, y callos en las manos no le faltan para que yo haya podido tenerla... Ella me enseñó que no hay cosas para nenes y (otras) para nenas. Que no por más cosas que tengas eres mejor (ni peor). Que es mejor ser que tener, y peor para los que se creen mejor (que uno). Que uno no debe ser nunca esclavo de nada (ni de nadie). Que nadie es mejor (que nadie) ni tiene lo que se merece (sino lo que le toca). Que toca levantarse cada día (con una sonrisa en la boca) por mucho que cueste. Que cuesta poco ser moderadamente feliz (o aceptablemente infeliz). Que poco puede ser bastante (y más que suficiente) si lo das todo (y en todo momento).

Nunca me ha faltado absolutamente de nada... Es más: siempre he tenido todo cuanto he querido, incluso y sobretodo aquello que no se compra con dinero... Amor, cariño, humor, amistad, tolerancia, alegría, respeto, imaginación, libertad... Soy lo que he querido, aunque no me guste. Tampoco me he esforzado demasiado en otra cosa... Me ha dejado ser como me ha dado la puta gana en definitiva. Y más no se puede pedir en esta vida.

A las madres no las escogemos. Pero si algo puedo asegurar es que de volver a nacer (cosa que ni espero ni deseo que ocurra) escogería sin lugar a dudas a la que tengo. Y más no se puede decir de una madre.

Soy infinitamente afortunado.

Te quiero.
10 Apr 2005 por Alfred


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