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la primera vez que me suicidé...

... tendría yo poco más de 10 años... La señorita de música me rechazo y se rió de mi... Para vengarme y hacerselo pagar me abalanzé con el auto de choque contra la cabina de los cupones... Conseguí seccionarme la lengua y comer puré de verduras durante semanas, además de ganarme la atención de la profesora en cuestión y el respeto de todas las niñas de clase que, a partir de entonces empezaron a mirarme con interés y extrañeza, también con recelo y cierto temor...

Aprendí entonces que la mejor manera de resultar interesante es el silencio... Más cómodo, menos cansado y nunca te equivocas, y todos los demás creen que piensas algo que les incumbe particularmente o guardas un secreto que deberían conocer de inmediato.



Para parecer profundo ni hace falta leer las contraportadas de autores rusos expertos en misería, pobreza, muerte (y otras malas costumbres)... ¡Chits!... Te callas y ya está, no hay que tener nada ni en la superficie, ni fatuo, engreido o banal, la nada cansa menos... Personalmente prefiero ser gilipollas pues como mínimo te ríes más.

Decía Nietzsche que la idea del suicidio es un buen remedio para pasar más de una mala noche... Yo lo he hecho millones de veces, sólo que con la edad me aficioné también a ejercerla de día... Piloto de Iberia, amante de una bailarina de danza contemporanea, encargado de almacén de una fábrica de explosivos, trapecista sin red, activista catalán y de otras causas perdidas, atracador de bancos a tiempo parcial...

Ahora salgo con una lanzadora de cuchillos soviética semiprofesional... Tengo el cuerpo lleno de cardenales y cicatrices, alguna que otra mutilación... Pero donde haya y sobre amor, ¿qué importa un brazo, un pie o un ojo de menos?... Total... para lo que hay que ver...
13 Dec 2005 por Alfred


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