Disfruto y es un decir, o mejor dicho padezco, sufro en silencio como las hemorroides de propensión marginal al ridículo, es decir: suelo sentirme aún más veces ridículo de las veces en que efectivamente me pongo en ridículo, y de lo propiamente ridículo que suelo sentirme a veces. [ Nadie hay más santo que el que ahorra una vergüenza a alguien ] Nada hay peor en el mundo que ser ridiculizado, que ridiculizar a alguien con mala fe. Hacer sentir ridículo de un acto que además es noble y bienintencionado. Es más, suele ser precisamente por esos actos que hacen sentir mal a uno, a alguien, por intentar hacer “el bien”. Porque si. [ Tierra trágame ] Ridiculizar a alguien por una buena acción es un acto de suma maldad. Y convierte en “malo” a la persona ridiculizada. Pero a cojones. Y además con razón. Pues dudo que se atreva a hacer el bien ingenua, inocente y gratuitamente de nuevo. O simplemente de nuevo, al menos así. [ Cuando esos actos, altruïstas y desinteresados, son de los pocos que dan sentido a todo a alguna cosa ] Y aunque parezca una canción de Los Planetas, el mundo será peor de lo que (ya) era.
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