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¿Pero que me estás contando?... ¿Qué quieres que te diga?... ¿Lo que no quieres oir?... ¿O prefieres que me calle (lo que no desearias escuchar)?.. ¿Que te diga lo que te gusta?, ¿o prefieres que te cuente lo que pienso, o mejor diga lo que no siento? ... ¿Qué es más precioso, lo que no te cuento para no hacerte daño o lo bueno que te digo, sin pensarlo?... ¿Qué preferirías saber... aquello que he dicho (y no creo) o lo que callo sintiéndolo? [¿Qué es peor: hablar por hablar, callar como putas o no decir nada (y parecer tontos)?]  A menudo cuando solicitan tu opinión esperan como respuesta aquello que ellos piensan (que deberíamos responder... tan solo una confirmación o coartada de sus errores o aciertos, eso ya se verá... [Pongamos pues que hablamos de otro, un tercero, querido e invisible amigo a quien aconsejar... Seguro que le arreglamos la vida fijaté...] Ser sincero sin interrupción te convierte en un solitario insoportable, ser precavido constantemente en superficial... lo cual resulta muy útil para una gran (y estúpida) vida social. Ser hipócrita es lo peor, por popular y famoso que puedas resultar... Tu eliges... Personalmente no pienso (excesivamente) lo que digo (la mejor manera de decir realmente lo que piensas), y callo lo que pienso (que no interesa, no será útil o no importará a quien me dirija). Como el abogado samonao en “Miedo y asco en Las Vegas”... ¿Lo he pensado o lo he dicho?... ¿No he dicho nada... o lo he pensado?... Cada vez creo -aun- menos en las palabras, -aun- algo en los hechos... Esperar algo de ellos ya es otra cosa: no saben no contestan (pero te joden a base de bien).
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