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 Uno pierde toda credibilidad cuando de entrada confiesa que su retraso se debe a un mordisco del periquito... ¡Que no!, que no quería salir del armario el tío, y al intentar sacarlo me ha mordido en la nariz... ¡Sísísí!, ahora le ha dado por ahí, esconderse en los armarios: A la que abres una puerta... fiuuuuuu... ¡dentro va!, y tanto le da que le encierres, ahí se queda tan pancho... ¿Renegará acaso de su sexualidad?, ¿tendrá complejo de murcielago?, ¿de bote de Cola-Cao, paletilla de jamón o atún –lata 5 Kgrs.- en conserva?... mmmmLo curioso del tema –a parte de lo interesante y cuco que resulto con las dos heridas en la nariz...-, es cuando los pericos están juntos y se te ocurre abrir una puerta... ¡yo que sé!, coger un tazón, un plato... Nico le mete una de guantazos al otro que no veas... ¡ESE, es su lugar!, su rinconcillo... su chill-out, lounge, ataud, loft, cueva de platón o vete tu a saber que vea o tenga allí, y el pobrecillo Pollo no tiene derecho ni a mirarlo. Al principio daba grima cuando no caías en ello, y escuchabas detrás de ti la bronca que le propinaba el muy canalla porqué te habías entretenido demasiado en coger el cacharro del azucar... Ahora, ¡hay que ver las bestias!, cuando abrimos cualquier puerta Pollo huye desPavorido de la habitación, o al otro lado de la jaula cuando (excepcionalmente) están los dos en ella... Estamos pensando en llevarlo al psiquiatra Palomino para buscar remedio a esa fobia inducida que tanto le acongoja... La partición y reparto de bienes, habitaciones individuales en lugar de una doble o una cazuelita al horno también resultan alternativas plausibles... De momento le hemos colocado otro espejito y un nuevo columpio (sí, otro más, y ya parece un parque temático la cosa) para que se calmen los ánimos..., que un armisticio o huelga de alas caidas siempre viene bien (y poder dormir por fin la siesta mejor).
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