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 No sé qué pensarás, pero yo a veces, a menudo, tengo la estraña y vergonzante sensación de que me están tomando el pelo. La inocencia brilla en esta insignificante personita, cosa incomprensible dado lo perspicaz y vidente que puede uno llegar a ser... Lo evidente pero, se me escapa de las narices como farolas se les vienen encima... Nada, lo que decía... Poco pelo me queda ya para ser tomado, por lo que, supongo, a la inocencia sucederá la imberbe apatía... a no ser que el minoxidil haga realmente milagros!... Aún así, la verdad es que continúo percibiendo aquella impresión en tantas cosas, que casi tengo la certeza que todo es una casualidad diseñada contra mi por un mal humorista, y yo, el efecto y circunstancia a la vez que cualquier cosa tiene, por buena o positiva que pueda ser en si, o resultar para todos. Culpas y daños colaterales de risa me persiguen como electricistas psicópatas a Strindberg... Esto es un Inferno!
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