Era un niño muy vago. Cuando le preguntaban qué quería ser de mayor, el chaval respondía... No sé... Rico... Pensionista... Dios... Mmmm, aún más pequeño... Nada... Aunque sin demasiadas ganas ni fe acabó ejerciendo de mesías, trabajando sólo en domingo y repartiendo hostias a pares. Entre semana se dedicaba a la frenética masturbación. A su familia, ácrata y obrera no le sentó demasiado bien la cosa... Un trabajo es un trabajo, y peor sería de haberlo metido a derecho. Si el niño es feliz y no hace daño a nadie... - Voy a por tabaco, dijo Tomàs. ... Nunca más volvieron a aparecer quemaduras en el sofá ni en la alfombra, manchas negras en los muebles, no hubo que dar más puntos a camisas ni pantalones, faldas ni sabanas. No más cenizas por los rincones, toses por las mañanas, dientes negros, dedos amarillentos ni alientos podridos. Desaparecieron incluso las manchas del humo en la pared. En los ceniceros tan solo caramelos Halls. Todos los mecheros en la cocina, los puros en el congelador. Todo estaba en su sitio. Pero notaba a faltar alguna cosa. Los dos paquetes que Teresa se fumaba cada día.
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