Tomás y Teresa son los protagonistas de "la insoportable levedad del ser". Teresa era así de histérica. No sé si habrás escogido los nombres por éso. Pero Tomás también era una pieza de cuidado en el libro... El caso es que el Tomás de la novela era una persona incomprensible, todo el tiempo parecía incapaz de compartirse con alguien. Y, al final, es Teresa la que lo seduce y lo retiene a su lado, precisamente por lo absorbente y celosa en extremo que resulta ser... Belén No creo que fuesen incomprensibles, sino incomprendidos... mutuamente me refiero... Incompatibles tal vez: Tomás es cobarde por no aceptar que quiere a Teresa, pero a la vez "valiente" por hacer lo que le place en todo momento, un bon vivant, y un vividor... Infiel seguro, ¿desleal también?... Teresa en cambio tiene bastante con ser como es, aceptar lo que quiere... No ha de renunciar a nada, a (todos) los demás como Tomás, sino "conseguir" al único... Y es su tenacidad, la fuerza que obtiene da la certeza de su sentimiento, la que le lleva a su objetivo: Que Tomás acepte estar (únicamente) con una mujer que le quiere (creo que incluso más que con la mujer que quiere), al precio de renunciar a todas las demás... o en otras palabras: que se niegue a compartirse y ser exclusivamente de ella. Aceptar ser querido es más difícil que sencillamente querer, para determinadas personalidades y caracteres... Para querer sólo hay que quererlo, valga la redundancia (y hacerlo, otra cosa un poco más difícil...). No sé porqué siendo el elemento que es resulta encantador Tomás, ese tipo de personas... Supongo que precisamente por inalcanzables (además de por el físico y cierto sadismo, y mejor me callo..)... Por querer alcanzarlo y hacerlo "propio"... Lo mismo es aplicable a los hombres... quizás peor, pues en este caso conviene añadir que normalmente sería necesario subirnos la bragueta previamente, para que no se nos viese el cerebro... (y luego hablamos). No obstante últimamente tiendo a pensar que no hay diferencia en este sentido entre hombres y mujeres: Si fuésemos honestos confesariamos que, quien más quien menos, una inmensa mayoría de nosotros, (pongamos que ni que sea inconscientemente) sentimos-deseamos-pensamos (incluso actuamos a veces) en ese sentido... con los genitales... Si no no me explico porqué siempre optamos por las peores de las hipótesis (sentimentales) posibles que tenemos a nuestro alcance... o, opción B, a perseguir lo inalcanzable probablemente para no conseguirlo, y no decepcionarnos de nuevo (o al menos tan sólo por no haberlo conseguido). El mundo probablemente esté mal repartido... Lo que es seguro es que nos agrupamos aún peor... [¿Qué sería del amor sino tuviésemos cuerpo?... Algo así como lo que decía Arrabal en un programa de noche ("El perro verde" creo) a propósito de Picasso... Cuando le cortan los cojones -decía -, entonces Picasso descubre lo que es el amor... supongo que su (escocida) mujer se lo debió agradecer y mucho... tant enormemente como el considerable tamaño de su polla, pues Picasso, además de bien dotado sufría priapismo -léase: erección permanente como el protagonista de "La magnitud de la tragedia" de Quim Monzó-.] Todos hemos sido Tomás con (algunas y algunos de) aquellos que nos han querido (más que nosotros)... y somos Teresa con aquellos que queremos (más que ellos a nosotros, y menos que ellos a otras y a otros... a toooodos los demás). Por miedo a no conseguir o a perder a alguien en concreto unos... ¿Los otros?: a renunciar a la intacta, virgen e inconcreta posibilidad que representan todos los demás. Pues como siempre, ley inexorable, en el amor manda quien menos quiere. Aunque a veces... Aunque a veces uno de los dos se rinde... Si es Tomás el amor durá tres años.... Si es Teresa ni un minuto más... [... Y si el amor triunfa, un camión se los lleva por delante en el mejor momento (qué suerte)]
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