![]() La necesidad crea el órgano, pero no prepara los huevos fritos ni frega la cocina; nadie nace enseñado (salvo Fernando Savater), pero algunos se empeñan en no aprender, y nosotros en ser tan tontuelos de no enseñarles, pero no a freir un huevo sino lo que es bueno (o quizás, lo que es malo...). [Y no hay nada malo ni denigrante en servir a los demás (camareros, cocineros, limpiadores, basureros... o “madres”, por poner otro ejemplo), sino todo lo contrario... pues si no sirves ni para servirte a ti mismo... ¿para que (coño) sirves?] [No sé si los tiempos han cambiado –que cantaba ¿Bob Dylan?-... si no es para mal... Esa pérdida, entre otras cosas, de determinadas y llamadas, “parcelas” de “poder” doméstico –y capacidades, aptitudes, conocimientos, sabiduría...-, como por ejemplo, un dos tres: la cocina... Pues ahora mismo se me ocurren más compañeros que ejercen bien “sus labores” que amigas... Y es que a veces creo que la igualdad, tanto en un sentido como en otro, significa estar todos igual de mal –¿todo (y sólo) lo malo “se pega”?-, ser iguales de inútiles, de tochos e insensibles, de... pero iguales, eso sí... No me malinterpretéis por favor: se trata en definitiva de que entre todos, hombres y mujeres, no dejemos “la casa por barrer”... y las parcelas, dejémoslas en el campo] No me meto con mi pare (suerte que he tenido, y mucha mucha, pero no en este terreno precisamente), ni con el tuyo ni con los padres en general (bueno, eso sí...)... tan sólo un poco (mucho)... sino más bien con esa (de)generación, la familia -“como dios manda”- y tal, la costumbre, lo habitual, lo cómodo, los roles... esas (no tan) estupideces, vamos... ya me entiendes... y si no, quizás es que eres uno de ellos... “papá, varón, cabeza -¿?- de familia, hombre o macho”... (o de ellas, por que no decirlo...).
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