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danzad, danzad, malditos... o el fútbol es así



Hasta los 13-14 años llevé botas ortopédicas; 5 o 6 kilos de ellas en cada pie, y jugaba de portero... ¡Alguien tenía que ocupar esa posición! y claro, mejor tener medio portero que “menos un” delantero siempre en fuera de juego, o un central rompedor (de piernas)... Las competiciones fueron adquiriendo nivel; las coaliciones de calles fueron habituales y eso me condujo al banquillo cuando no a algo peor: me convertí en el seleccionador oficial del Murpanta (coalición de calles Murcia, Panera y Tallada) en los torneos de barriadas locales. Imitaba así a mi padre, un sabio y reconocido entrenador, con el que recorrí los campos de toda Catalunya y aprendí los entresijos del desagradecido mundo del fútbol (de base y regional)... La de veces que salimos por piernas por cometer el craso error de ganar a domicilio en el campo del líder o perder en casa contra el colista, de penalty y en el último minuto. La de quilómetros que recorrimos en autocares destartalados, viendo películas de Fernando Esteso y Andrés Pajares, convertido yo en la mascota del equipo; sentado en los asientos de atrás con porteros zumbados y defensas granujas, riendo, descubriendo esa sencilla filosofía de la vida, del día a día; haciendo palmas y cantando la canciones de Los Chichos...

Las pesadas botas se convirtieron en aparatos ortopédicos, y yo en excepcional guardameta volador, que realizaba increibles “zamoranas” y palomitas en ser desposeido –como en el chiste de la cabina telefónica y del yunque- de tal lastre; y a convertirme en titular indiscutible cuando no en la estrella de mi equipo.

6 meniscos rotos (caso único en el mundo de la medicina deportiva) forzaron mi retirada del mundo del fútbol... o mejor déjalo ya no sea que en lugar de caminar tengas que avanzar rodando.

El fútbol se acabó, la bailarina dejó de danzar, para mi... y yo pasé a ni tan siquiera la suplencia o a calentar más banquillo... No más paradas, vuelos ni fotos, saltos ni aplausos; no más bailes.

“¿Porqué no has venido?, hoy he bailado para ti”, dijo ese día... mientras yo estaba preparándole las maletas... No quise ver como también bailaba para todos los demás. Como en los días siguientes yo sería uno más, del público. No quise ser más, admirador de alguien que no me veía.

No he vuelto a mirar más fútbol, ni televisión casi; he vuelto a bailar, sólo, a mirar otras danzas. El baile continúa, y el fútbol es así, "dicen"... (era el nombre de un diario deportivo que desapareció).

(El final del cuento ya lo sabes Mon)
16 Oct 2003 por Alfred


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