"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" Albert Einstein El rencor es una venganza imaginaria e impotente, el principal inconveniente de la “buena” memoria (en una mala persona). Son desengaños, prejuicios y daños en conserva, conservar errores ajenos, pequeños odios no realizados e implícitos; una reunión de opiniones y juicios arbitrarios, una colección de falsos perdones, dados o recibidos, disculpas no aceptadas, insanas envidias, resentimientos, recelos y celos secretos; loanzas y alabanzas en almibar, estúpidos orgullos heridos, pasados y malos recuerdos, deudas no cobradas y decepciones; escondidas y ocultas en algún lugar no demasiado lejano de la memoria como si, recelosos, no nos permitiésemos olvidar algo que nos averguenza tener presente y mostrar. Albergar y preservar en tu interior algo ajeno, corrosivo y sin utilidad alguna que te roe por dentro. El rencor se guarda más que tenerlo (para que nadie lo vea ni tú mismo, inconscientemente a propósito, que lo sepas...) Tener buena memoria no conlleva, aunque pueda llevar a rencor, ni implica necesariamente ser rencoroso, de la misma forma que para serlo no es necesaria la memoria: puedes no recordar sus razones y seguir conservándolo, no existir motivos incluso, y mantenerlo todavía (presente)... Justo o injusto, justificado o injustificable, pero siempre gratuito (estúpido, cobarde, egoista e inútil).
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