...le llamaban en la escuela. Los mismos profesores que le observaban con preocupación, alguno de aquellos días en que llegaba a clase con un moratón en el ojo o la mano vendada o caminaba con dificultad... ¿Cómo podía suceder éso tan a menudo?... Si Lito no se relacionaba con nadie... No participaba en los juegos con los demás niños ni apenas hablaba... La cosa pasó de medida el día en que apareció con un brazo roto... Me he caido por las escaleras respondió, pero aunque raro Lito no parecía tan estúpido, aventurero ni maldiestro, como para lesionarse tan a menudo... Una de las profesoras se interesó por el chico... Recibió como consejo dejar el tema por zanjado y dedicarse a poner flechas hacia arriba y hacia abajo en los ejercicios y hacer su trabajo y punto, pues hay cosas le dijeron, que mejor guardarlas en casa de cada uno... Y Lito pertenecía a una de las mejores familias del lugar, honrados madre y padre, familia respetable, adinerada y con algúna que otro cargo público entre sus miembros... Entre tiritas, vendas y mercromina Lito creció, y llegada aquella edad en que uno debe relacionarse con el sexo opuesto, que no contrario, tuvo la mala suerte de dejar embarazada en las primeras de cambio a una moza del lugar con la que festejaba, pues nadie le había hablado en ninguna ocasión de sexo o de contracepción... Aunque muy de misa los padres de Lito sugirieron a la chica abortar, incluso subvencionarla si hacia falta... La chica se negó, y no hubo más remedio que formar una nueva y desgraciada familia que, claro está, convendría ampliar con unos cuantos hijos tan desgraciados como sus progenitores, y que los padres de los mismos incluso... Pero eso sí, aunque hijos de puta algunos, no hubo nunca ningún maricón en la familia (que eso se pega).
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