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Siempre he sido muy desprendido, quiero decir, dar sin esperar nada a cambio... favores, cosas, sentimientos, cariño, amistad, confianza... Tangibles e intangibles... No soy muy mirado con ello: Das si quieres y quieren y aún más si te lo piden y te apetece y te sale y punto. Pero llega un punto en que uno se cansa. No de dar, o de no recibir, pues no es ello lo que te mueve a hacerlo, sino de recibir según qué... cosas como ésas, malos sentimientos, falta de cariño, desprecio, desidia, desgana, apatía, olvido, poca amistad, desconfianza...  La verdad... No sé qué hacer... Uno no puede evitarse... ¡que más quisiera!... o dejar de ser como es... Pero quizás deba empezar a planteármelo... No el ser y hacer, dejar de hacerlo (o ni estar incluso, como desaparecer), sinó serlo selectivamente, no tan indiscriminadamente y a la babalá... ¿Para qué coño dar (tanto) a cualquiera habiendo (ciertos) algun@s?... Prefiero seguir dando lo mismo o más... pero a quien crea lo merezca No espero mucho... Cosa que no quiere decir que me conforme con cualquier cosa; más bien todo lo contrario, pues soy complicado e insatisfecho por naturaleza... Pese a ello también soy fácil de contentar, difícil de regalar, disgustar y contrariar. No espero nada... Y pese a ello... ¿Porqué sigo sorprendiéndome así, como un niño ante un juguete regalado, equivocado y que no ha pedido, delante de según qué cosas?... No esperaba menos... No esperaba tampoco tanto, tan poco... No esperaba ésto... No sé cómo lo imaginaba... Aunque tampoco ha sido inesperado. Cualquier cosa cualquiera que venga que no venga que traigas te dejes hagamos dejemos de y por hacer que olvides que digas calles cualquiera... ya no me está bien. Ya no me está bien cualquier cosa. Para nada. Prefiero nada a ésto. ¿O no he esperado (ya) bastante?
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