En “aquellos (odiosamente) maravillosos años” en que se popularizó el básket, la NBA y las retransmisiones, ¡dingdooooooong!, de Ramón Trecet, con el ciclismo sucedió algo similar: El equipo Reynolds participaba en el Tour con un plantel de lujo, y los Delgado, Arroyo, Lejarreta y demás empezaron a codearse con monstruos de la talla de Bernard Hinault, Kelly, Millar o Fignon... Personalmente yo escogí a Gorospe, el “volcán de Mañaria” (lo siento Julián, pues a partir de allí sólo fuiste la eterna “eterna promesa” de todo lo que podías haber conseguido)... Nos compramos nuestros culots del Reynolds, maillots amarillos y de la montaña, la primera bici de carreras (de segunda mano)... A suscribirnos al “Ciclismo a fondo” y faltar a clase (o a seguir con auriculares los finales de etapa)... a devorar quilómetros (bocata y plano, mercromina, tiritas y parches en la mochila) cuanto más empinados mejor. ... Hay que haber luchado (gratuitamente) contra uno mismo para no poner pie al suelo a cada paso, 13 % de desnivel, dando tumbos con la bicicleta de lado a lado de la carretera para evitar caer, engañando a la pendiente (pero no a ti mismo), sabiendo que no vas a ganar NADA con ello, tan solo unos metros... 10 quilómetros de pulmones te faltan para encaber todo el aire, todo el peso que necesitas para emmmmpujarrrr una sola pedalada, y otra, y una, y muchas más... 42x21... 42x24... No hay cambio que poner ni queda plato por cambiar, y el asfalto es espeso y tira de ti hacia abajo; cada vez te falta más aire, y cada vez empujas con menos fuerza, y no será la última pedalada te dices... a cada pedalada: no será la última, no será... Cierras los ojos, te levantas del sillín de nuevo y estrujas el manillar con las manos; con los brazos empujas toda tu pesada alma contra los pedales: ahora el derecho, ahora el izquierdo... derecha, izquierda, dereeeecha, izquieeeeerda... Marco Pantani también ha muerto.... Treinta y tantos... Como “el Chaba” Jiménez, Zanette o Salanson... Como todos, tu y yo, como Simpson drogado en una curva del Mont Ventoux: Paro cardiorespiratorio en definitiva (com aquellos antiguos partes de comisaría). La diferencia es que Pantani lo ha hecho solo, rodeado de ansiolíticos y demás medicamentos en una residencia de Rimini... Yo lo he imaginado en el rellano de las escaleras, tomando aire (ayer se averío el ascensor)... “Señor, ¿se encuentra bien?... ¿eh?, sí... sí... ¿Puede firmarme un autografo?... uh!... ¡oh... claro, claro!...”... Estirado en la cama sin poder incorporarse; sin fuerzas para levantarse, casi ni respirar: cansancio, depresión, hastío... El ciclismo no es un deporte, o es él: 20 y pico días pedaleando 200 quilómetros diarios a 50 Km/h. de media, con 6 puertos que destrozan los embragues de los coches; descensos suicidas donde los coches pierden la estela de los ciclistas, sino al propio corredor; y apurate que llegamos fuera de control; levantate a las seis de la mañana, tómate 4 cervezas y mea: ¡control antidóping!... drogado quizás, loco seguro. ¡Ah!, pero eso sí: A tope sin drogas... , encima... ¡A la mierda el deporte! PD : ) Veus Xènia perquè em va agradar “La bici de Ghislain Lambert ”?
|