Los otros, esos malditos otros que reciben, pero tambien “se ayudan a si mismos” (principio de amor al prójimo que decía Nietsche, pero cuántos amigos tenía Nietsche?) incluso por encima de ti, a veces a costa tuya. Demasiada gente esponja. Mucho Vampiro anda suelto, a plena luz del día además. [ Resultado: el actual, te confunden con alguien que no eres tu, cuando no te saben demasiado; te hacen mal la foto, no sabes ni quieres posar, salimos movidos, estamos desenfocados ] ¿Cambiar nuestra manera de ser?... no creo que sea posible, ni creo debamos... tan solo focalizarnos quizás, me refiero en ser como somos –no a esa estupidez del carácter (fuerte o débil, te confundes con eso), de la personalidad (prefiero no tener ninguna o demasiada que dos o tres, o la que convenga dependiendo de la circunstancia) o a los gustos-... probablemente no te guste no me guste no me gustaba, lo que deseaba. En el fondo no me gustaba. Tan sólo era deseo. Me refiero a ser, con determinadas personas, de confianza y que confíen en uno, que lo merezcan, que den y sepan recibir, comprometerse ni que sea un ápice en algo, que valga la pena compartir, o sea: pensar antes de hacer; ser, pero (más) racionalmente... Una especie de filtro previo, ¿sabes?, anterior a lo que hacemos, sentimos incluso.. Sobretodo aquellos que hacen lo que sienten, en demasía... y demasiadamente. Crearse un objetivo, dices... podría no estar mal: irse marcando unas mínimas metas... ni que sea no llegar, no ir a ningún sitio necesariamente sino personales, íntimas... del ser, o no ser tanto. Lo podríamos combinar con lo que has dicho antes de las cosas que quieres cambiar, e ir por partes... Inercia... y entonces... a todo lo que comentamos.... intentamos solventarlo, o cubrirlo, o huir adelante, o escondernos, o desaparecer o seguir... con alguien, en algún sitio, actividad, manía, adicción... cualquier subterfugio o excusa es válida para no cambiar... La costumbre echa profundase raíces, el miedo al cambio, lo nuevo, o simplemente el esfuerzo por salir de ahí. El “Otra cosa” siempre cansa, sin hacerlo siquiera. Y permaneces e instalas en “lo de siempre”, sin querer, y quisiera... ... ¿algo distinto?... Siempre, como una huida a ninguna parte... A cualquier sitio pero fuera de este lugar, que decía el Capitán Spook.
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