“Toda palabra es una palabra de más” (Lautréamont) Nos enseñan a no decir puta; a no decir loco, muerte, asesinato, negro, mierda, viejo... Pero las putas siguen rellenando esquinas, de noche, en los barrios apartados y suburbios. Los viejos son cada día más viejos, los negros siempre negros. La enfermedad, la muerte, están ahí, allí donde no moleste su visión, la nombren como la nombren, por mucho que la escondan en apartados pabellones o plantas, o en cementerios del extraradio. Los asesinos respetables campan sueltos, o salen electos, y siguen con sus genocidios cotidianos, amparados en juegos de palabras manchados de sangre. Los locos pasean y sufren y ríen y lloran y no porque sí, enjaulados, protegidos de la mierda paranoico esquizofrénica y ortopédica sociedad en que vivimos... Ya podéis ocultarnos todo eso, llamarlo como queráis, todo eso está, es, y no me engañaréis hablándonos como a niños: Vuestra lengua habla, ella sola, y no me gusta lo que dice. ... Y no me engañaréis con vuestro asqueroso lenguaje, lenguaje error del lenguaje, con vuestro lenguaje metáfora del lenguaje desviación del lenguaje lengua muerta lengua falsa hipócrita lengua desviada mordida... ¡Tragárosla hijos de puta!
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