“Cualquiera que pueda comprar las drogas adecuadas –o reclamárselas legítimamente a un Estado cada día menos benefector y cada vez más clasista– podrá disfrutar de la ilusión de eterna juventud a la que la publicidad nos tiene acostumbrados”. Daniel Link Llego a casa y navegando a la deriiii iva a aaau (que cantaba la Pantoja) me encuentro en una página no solo la enrevesada conversación que acabamos de tener con S. un par de horas antes... también idénticas conclusiones e incluso la misma alusión (cogida con pinzas, metida con calzador y rematada de cabeza por la escuadra) citando a Buñuel... [incluso mi vida (virtual) es una puñetera casualidad, un curioso plagio de algo extraño y desconocido... Ya puedes decir lo que quieras, lo primero que se te ocurra, colocar una máquina de coser en un quirófano, observar la curva que describe un perro persiguiendo a su amo, considerar la belleza del suicido... seguro ya estará dicho...] Hablábamos de las consecuencias a largo plazo –agravadas por el crecimiento de la esperanza (que no calidad) de vida, en una vida donde ser viejo resulta política y sobretodo estéticamente incorrecto- de tanta (auto)medicación, antibióticos, anticonceptivos, estimulantes, viagras, tranquilizantes, carajillos, fluoxetinas, drogas (milagrosas) en general (y sintéticas en particular)... el uso (y abuso) constante en definitiva por parte de diferentes generaciones... ¡Vaya charla!... Pues sí, somos un poco raretes (qué pasa)... Estamos en plena, constante y callada revolución química (veníamos a decir)... Una para subir y otra para bajar, alguna para simplemente (poder) estar (mejor, o de otra manera al menos)... Para dormir y para desperezarse, para no angustiarse, para calmar la ansiedad, sentir más o excitarse... Somos robotitos, potajes de avecrems varios, ratones de laboratorio polidependientes de la farmacopea... Muchas de nuestras decisiones, estados, acciones e incluso sentimientos son consecuencia no de aquello que realmente sentimos o queremos, sino de “subidones” y “bajones” autoinducidos por las drogas (y hablo de “todas” y –pues- de “todos”)... Por si fuera poco desconocemos también los efectos (y defectos) futuros (físicos y –pues- también mentales, a nivel de conciencia, sociales, políticos, sanitarios... genéticos incluso) que ello conllevará... [¿Seremos mediometrosexuados, asexuales o salidos?... ¿desquiciados o autistas?... ¿paranoicos o esquizos?... ¿longevos o moriremos jovenes?... ¿Acabaremos quizás una tercera parte de la población recluida en sanatorios mentales en pabellones diferenciados, viejetes aquí, allí abuelitas, y todos tarados y solitos (y lo que es peor, en el mejor de los casos)?...] Bienvenida sea la vejez, decía Buñuel (en “Mi último suspiro”, y esa era la cita), en que la llamada de la carne dejará de torturar nuestras mentes y restaremos libres así para fines más nobles... Y la verdad, no sé a qué venía esto (ni la frase)... [el texto que nos plagió (y viceversa, sin saberlo y por anticipado) está aquí (curiosamente el autor se llama link)]
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