No sé si estaré menguando de buenas a primeras, decreciendo con segundas (ni que sean derivadas), encogiéndome a lo ancho, valiendo menos, deshaciéndome, evaporándome en si, esfumándome o saliendo de mi, reconcentrándome en mi mismo, siendo apaisado como el cinemascope, egoista físicamente, amputado por miligramos, liposuccionado sin consentimiento, abducido por partes... o sencilla y llanamente (como mi nuevo y redescubierto ombligo) será, que estoy adelgazando... Pese a no “ejercer”, espero que mis órganos vitales, y no hablo del cerebro, no resulten afectados por tan increible (e inédito) proceso orgánico, metabólico e hiperbólico... pues ya sé en que piensas cuando mides el tamaño de un hombre (y no es la cartera, que decía P.J.Harvey). [Recuerdo en una historieta (destas) de Alvarez Rabo un caso similar... acaba con el paciente menguante zumbándose a una barbie y más feliz que unas santas pascuas... ejemmm... Me queda di-vi-na la ropita de los dieciocho... Esas camisetas de “insubmissió”, los Doors o Kortatu, los pantaloncicos violetas de “muertos de risa” (que dice mi mare) o los gayumbos con ventana...] Pues sí, además estoy de mala leche; y ya sabes que en persona eso, más que inédito resulta inaudito... Por algún lado tiene que salir (de mi)... además de por la báscula... Aprovecho pues, esto y aquí, ¡qué cojones!
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