La velocidad de propagación de un rumor es inversamente proporcional al grado de veracidad contenido en él. Si el mismo resulta increible (mente falso) hasta aceleración lleva (de serie)... Si es absurdo vuela sin alas (como las compresas). Cualquier rumor o comentario gratuito relativo a terceras personas es falso (y un cotilla, y debería morir sin más demora quien lo cuenta -o caérsele los dientes al menos-). Ante cualquier rumor o comentario relativo a primeras personas (léase, uno mismo), serás siempre el último en enterarte. Te lo contará en cambio la primera persona interesada en que lo sepas (y en hacerte daño, jódete). Cada persona que propaga un rumor recibido e infundado (además de merecer la pena máxima, penalty y expulsión) añade seis grados de separación (respecto a aquello que le ha sido contado). De intentar detener un rumor ajeno darás lugar a uno de nuevo e imparable (relativo a ti, por capull@). El rumor no se crea ni se destruye, tan solo crece (o es remplazado por otro mayor). Inengendrado engendro -como quien lo propaga- resulta prácticamente imposible descubrir su origen exacto o encontrar su fin (que no sea la destrucción, ruina y completa aniquilación del injuriado). El rumor es una extraña y perniciosa enfermedad sumamente contagiosa cuyo principal afectado es aquel que no está presente. Es la metastasis de la mentira, oculta y extendida, creida e increible, gratuita e interesada a la vez.
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