La generación de nuestras madres (y de las madres de sus madres, que a su vez...) han sido y fueron las putas monogamas de nuestros padres, de los hijos de puta de nuestros padres pues... Trabajaron fuera y en casa, dependientes económicamente aún más, y más que nada y que todo cuanto pueda serlo cualquier persona sin distinción de género (y que tenga boca)... Sin voz ni voto, cobertura social ni seguro, de hecho salario justo, merecida recompensa, mérito o reconocimiento alguno más que la propia satisfacción por el trabajo bien hecho. [Ahí estaban siempre... levantándose las primeras y yendo a dormir las últimas, volviendo del trabajo, algún día incluso enfermas, llegando tarde, deprisa y corriendo a su doble jornada (ésta ni tan siquiera mal pagada), mientras sus maridos esperan a regañadientes sus putos platos de sopa calientes leyendo el diario deportivo... Falta sal, sí cariño...] G. siempre dice que si no cobras lo tuyo no es trabajo, o lo tuyo mío es, visto desde su punto de vista... el de G. (irónicamente) y el del otro (económicamente) claro está... Nuestras madres no debieron trabajar pues, aunque tuviesen más cariño en su corazón que callos en los dedos, aguante y resistencia, abriesen los botes de lentejas más rápido y levantasen el doble de peso que sus maridos... y gratis eso sí, o cobrando (que esa es otra...). ¿Y a todo ésto qué papel representamos nosotros para evitar que ello se produzca o vuelva a producirse?... Y con lo de (re)reproducirse me refiero tanto al hecho de poder ser padres (o maridos) como a ser padres (o esposos) como ellos lo fueron, o pudieron serlo (y no fueron mejor dicho)... Creo que todo el mundo es responsable tanto de los efectos y consecuencias de sus actos como de los de sus indecisiones, sus no-acciones, e independientemente del entorno y las condiciones en que se encuentren... actúen o no, de lo dicho y hecho, pensamiento, obra y acto... y también de sus omisiones... [No pienso ser padre y mucho menos así; no quiero ser marido tampoco; así, ni tampoco de otra manera...] Y es que por buenos hijos que seamos no somos los maridos de nuestras madres, aunque alguno hijos buenos debamos adoptar ese papel, por muy hijos de puta que seamos... Unas santas.
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